SAULA: Obra de uno, obra de muchos - Sala Futura
De las aulas al salón de exposiciones
Por Yesica Gallegos - octubre 1, 2017
Flyer colgado en redes sociales |
Este viernes se realizó la inauguración y el cierre de la muestra "SAULA: Posibilidad de una obra". Pudimos observar las obras concluidas de los artistas y sus mesas de trabajo. SAULA, fue el juego de palabras que nos adentró en un salón de arte y en las aulas, donde los espectadores se convertían en alumnos y los artistas en docentes. La figura del docente-artista aparece adherida a la esencia de esta exposición, la producción colectiva en donde desaparece el límite entre espectador y creador, en donde nos buscamos en cada obra.
Jorgelina Ibañez nos expone cada expediente de quejas con su solución. Una imagen representa cada posible respuesta a "ese" algo tan común como lo es la queja. Una mano que escurre pintura, un rostro que ya no es, el cuerpo que se transforma en el lienzo de las palabras. El lugar común de la inconformidad, en donde todos nos volvemos vecinos, encuentra conciliación en la solución que otro nos da.
Sol Lanane nos expone los numerosos retratos sinceros que pudo recolectar en su mesa de trabajo. Ese retrato que devela, a través de una frase, sinceras emociones; la fotografía fugaz que no da tiempo a "actuar" una pose, una mueca o una mirada. El retrato que nos hace identificarnos con otros, nos vemos similares, como un experimento que busca recolectar reacciones, la cámara atrapa nuestra alma y nos acusa. No hay más realidad que aquella que te atraviesa por completo y te desnuda.
Mauricio García vuelve a trasladar a un mundo del futuro, donde los humanos vamos mutando hasta convertirnos en algo que nos aleja de nuestra condición de hombre. Estos documentos estelares que establecen un juego entre la ficción y lo surreal, nos hacen ver como si fuésemos otros pero a la vez como una sociedad homogeneizada. Se abre una dicotomía entre aquello que es real y lo que, aún, no lo es; una discusión que resulta graciosa y, al mismo tiempo, extraña y oscura.
Tania De Brito inmortaliza las palabras como un diario de crónicas sin terminar, historias en código, absurdas, poemas y letras que parecen canciones, la inventiva de muchos completo la obra de la artista. Recortes, entre frases e imágenes, dieron lugar a un muro de lamentos y gracias, donde no sólo se refleja nuestra ciudad sino también los pensamientos que se cuelan en la creación de unos y otros.
La obra de Jimena Paredes nos traslada a la visión ancestral de los mapuches. "Pewma" que significa sueño, establece una profunda conexión con el público, podemos vernos en cada una de sus piezas, en una pincelada acusatoria o en un color muy diluido. El dios que se acuesta a nuestros pies, nos hace bajar nuestra mirada, como si estuviésemos buscando en la tierra lo que no encontramos en el cielo. Hablamos con el ser celestial que nos unió en la elaboración de una misma imagen, que completo un mismo anhelo.
Luciana Rodríguez, por su parte, reparte su trabajo en dos libros de artista. Allí, como en un diario personal, se almacenan las historias de muchos: los dibujos infantiles, los diferentes tipos de letras, las imágenes que parecen hablar más que las palabras. Cada uno de los fragmentos que encontramos en el diario nos interpela, nos hacen sentir algo de lo que ese otro escribió, cada momento feliz es subjetivo a cada persona y la caligrafía nos abre la puerta hacía cómo es: letras redondas, angulosas, inteligibles, torpes, confusas. El libro es cuerpo, cada página, una parte; allí estamos completos.
Por último, la obra de Lorena Hurtado nos habla del corazón. Cada latido, cada movimiento de aquel músculo que nos deja vivir, registrado a través del arte textil. En cada puntada, la artista representaba las emociones de los espectadores, el reflejo de las diferencias en cuanto a cómo nos sentimos, cómo empezamos el día, cómo es distinta la percepción que tenemos acerca de las funciones del corazón: no sólo bombea sangre, también ama y duele. Los colores y lo emocional, un electrocardiograma rudimentario que reposiciona a lo textil como producción artística.
La exposición es el trabajo de muchas personas, la colectividad que ofrece el arte contemporáneo y que lo hace ser lo que es, otorga esta "posibilidad" de creación, donde las obras parecen no tener dueño, donde confunden a su creador y su espectador. Los límites de lo posible se diluyen, volviéndose realidad compartida en obras donde nos buscamos y nos encontramos. Las miradas curiosas llegan, no sólo a ver obras sino también a ver una parte de ellos en ellas, ¿qué más maravilloso, para quien ve, que dejar su huella en la sublimidad de la obra de arte?
SAULA abre y cierra su ciclo presentándolos y presentándonos.
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